jueves, 22 de marzo de 2012

Enric Miralles

Considerado el arquitecto español de su generación de mayor proyección internacional. Estudió en la Escola Tècnica Superior de Arquitectura de Barcelona (Etsab) y en la Universidad de Columbia, centros a los que volvería pocos años después en calidad de docente. Miralles empezó su trayectoria profesional con el equipo de Albert Viaplana y Helio Piñón (1973- 1983). Tras este periodo de formación, Miralles montó estudio propio con su primera esposa, Carme Pinós, con la cual firmó ya obras de proyección internacional, como el cementerio de Igualada (1991) y la Escuela Hogar en Morella (1994) - ambas finalistas del premio Mies van der Rohe- o el polideportivo de Huesca (1993). Su segundo matrimonio, afectivo y profesional, con la arquitecta Benedetta Tagliabue coincidió con una gran internacionalización de sus encargos, algunos de ellos de gran envergadura. Cabe destacar la remodelación del Ayuntamiento de Utrecht, un auditorio universitario en Frankfurt, la ampliación del Museo Cárcova de Buenos Aires, o un muelle en Salónica. Aunque el proyecto que más le absorbía en los dos últimos años era el Parlamento de Escocia, tras la devolución de la autonomía a la región. Dicha obra ejemplifica la arquitectura de Miralles, caracterizada por el equilibrio entre una estética fragmentada y convulsa y el respeto por la tradición del lugar, como demuestra su inspiración en las formas de las barcas de las Highlands. Miralles también ha sido profeta en su tierra, y tenía varias obras en distintas fases en Catalunya, entre las que destaca La reconstrucción del mercado de Santa Caterina, en Barcelona, además de un parque y un centro cívico en Mollet y una biblioteca en Palafolls. Entre sus obras ya terminadas cabe destacar las instalaciones de tiro con arco de los Juegos Olímpicos de 1992, el Centro Cultural del Círculo de Lectores en Madrid, el Centro Nacional de Entrenamiento Gimnástico de Alicante o la cobertura con marquesinas metálicas de la avenida Icària. También cuenta con una estación de tren y un pabellón de meditación en Japón. Entre otras distinciones, Miralles mereció el León de Oro de la Bienal de Venecia (1996), por su obra del polideportivo de Huesca que le causó un sinfín de problemas, al desplomarse el techo por causas que los tribunales dirimieron que no le eran atribuibles. También fue premio Ciudad de Barcelona (1992), Ciudad de Madrid (1993) y Nacional de Arquitectura (1995). Sus obras han sido objeto de una docena de libros monográficos y de exposiciones. 

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